domingo, 10 de abril de 2011

RESEÑA 1: DEL CAPÍTULO II DE LA OBRA “ESCUELAS QUE EDUCAN Y SANAN” POR NORA OSORIO, MARTHA FAJARDO Y JENNY HUERTAS

Hoy en día existen proyectos encaminados hacia la comprensión de los contextos de violencia que enfrentan los niños del país y el modo en que estos requieren acciones provenientes del aparato escolar para alivianar las consecuencias. Este es el caso del proyecto “Escuelas que Educan y Sanan”, desarrollado y expuesto por las autoras Nora Osorio, psicóloga; Martha Fajardo, profesora de ciencias sociales y Jenny Huertas, socióloga; tres expertas en el campo psicosociológico de la Universidad del Rosario en Bogotá. Su intención es plantear una concepción de escuela, especialmente en zonas rurales donde habita gran cantidad de población vulnerable, que pretende sanar las heridas causadas por los enfrentamientos y conflictos armados, pues en estas circunstancias el mundo académico no basta y los profesores y directivos eficientes sólo lo son de verdad si direccionan sus acciones hacia el bienestar psicoafectivo de los niños.
En este sentido, me enfocaré en el concepto de la resiliencia o capacidad de los sujetos para sobreponerse a períodos de dolor emocional. Ahora bien, de este concepto podemos destacar dos tipos de factores que se desarrollan al respecto. Por un lado, los factores de riesgo que actúan como facilitadores o desencadenantes de daños sociales. Por otro lado, están los factores protectores que actúan como escudo para auxiliar el desarrollo de las personas que parecían sin expectativas de superación y por su alta exposición a factores de riesgo.

Primero, las personas que han enfrentado situaciones de violencia y desplazamiento como muchos campesinos del país, en especial los niños, son muy propensas a desequilibrarse en cuanto a desarrollo social. Según las autoras: “los factores de riesgo se suelen caracterizar por todos aquellos hechos o situaciones propias del niño y de su entorno, que aumentan la posibilidad de desarrollar un desajuste psicosocial, lo que incide en el adecuado proceso de reconstrucción psicosocial” (pág. 49).
En lo que a los factores de riesgo respecta considero que los traumas que se crean en la cabeza de un niño que a tan temprana edad ha sufrido intensamente el flagelo del desplazamiento deterioran y marcan la vida de quien los sufre, a tal punto que sus miedos desestabilizan toda su vida e imposibilita su normal desarrollo dentro de la escuela, afectando seriamente su capacidad de aprendizaje.
Segundo, desde otra perspectiva y como pilares centrales para el trabajo interventivo, se hallan los factores protectores, cuyas características, hechos o situaciones propias de la persona y su entorno, elevan su capacidad para resistir la adversidad y disminuir la posibilidad de desarrollar desajuste psicosocial aún con la presencia de factores de riesgo. Las autoras afirman que: “los factores protectores representan el espacio de seguridad: desde el apoyo familiar, con un componente de afectividad, hasta el apoyo social con la disposición de una red social de apoyo, pasando por un buen ajuste escolar son factores que potencian la capacidad de resistir y rehacerse” (pág. 57).
Siguiendo la línea de los factores protectores, me parece que todos los proyectos de educación y de atención a la población vulnerable deben alentar a las personas afectadas para que puedan superar el temor y reparar los daños emocionales que la violencia pudo causar.
En síntesis, el proyecto “Escuelas que educan y Sanan” alienta el fortalecimiento de la resiliencia para combatir la exposición a factores de riesgo que puedan afectar el normal desarrollo de los niños desplazados en una escuela común y la reconstrucción de las estructuras sociales en las que se desenvuelven los pequeños. Por ende se optimiza la calidad de vida de estos adecuando las condiciones de bienestar psicológico y social comunitario. Las tres autores siempre se comunican en un leguaje serio, propio de un proyecto académico de este tipo. La redacción de la obra es clara y muestra paso a paso como se va desarrollando el proyecto, aclarando conceptos complejos y proporcionando datos que ayudan a la mejor comprensión de los temas tratados.
Concerniente a lo expuesto por las autoras creo que de las acciones que realiza el estado para ayudar a las personas víctimas del desplazamiento y otros factores de violencia, la más importante es trabajar en la superación de los traumas en los niños, quienes apenas están comenzando su vida escolar e iniciando su desarrollo interpersonal y social. De esta manera se posibilita la labor de potenciar las fortalezas colectivas e individuales con fines de desarrollo de colectivos sociales.
Para reforzar lo dicho, encontramos obras como  "Los Estudiantes Invisibles" de los autores Angela VERA, Francisco PARRA S. y Rodrigo PARRA S. quienes exponen el temor de los niños desplazados a expresarse por vergüenza de su situación. Esta obra nos ilustrará sobre problemas que aquejan a estos niños y que deben ser trabajados.
También está la obra “Escuelas que curan heridas y Educan para la Paz”, que nos muestra las experiencias asiáticas en Filipinas respecto al tema y cómo lo han sabido tratar.


No. palabras: 800

Referencia Bibliográfica:

Osorio, Nora. Fajardo, Martha. Y Huertas, Jenny (2008). Escuelas que educan y Sanan. En: “Capítulo 2: Diseño del proyecto”. Bogotá : Banco Interamericano de Desarrollo - BID ; Universidad del Rosario

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